A casi un año de sus desapariciones, fueron identificados los cuerpos de Neyra Jarely y Carla Samira, dos jóvenes reportadas como desaparecidas en 2024 y localizadas sin vida en diferentes puntos de la periferia de Reynosa. El colectivo Desaparecidos en Tamaulipas Amor confirmó la noticia, acompañada de mensajes de duelo y reconocimiento a la incansable lucha de sus madres y familias.
Neyra Jarely, de 27 años, desapareció el 22 de julio de 2024. Su madre, Elia González, emprendió una lucha sin tregua que incluyó manifestaciones, bloqueos carreteros y hasta peticiones públicas dirigidas a la presidenta Claudia Sheinbaum, con el anhelo de volver a abrazarla con vida. Sin embargo, este 5 de julio de 2025, fue confirmado que uno de los cuerpos localizados días atrás corresponde a la joven.
“Después de tanta angustia, fue localizada… pero no como todos hubiéramos querido”, publicó el colectivo. “Descansa en paz, Neyra, tu mami ya te encontró. Que tu alma encuentre la paz que aquí te fue negada”.
Carla Samira Barrientos Cruz, de 20 años, desapareció el 16 de agosto de 2024. Su cuerpo también fue hallado recientemente, y su familia fue reconocida por su valentía y persistencia ante las negligencias y omisiones de las autoridades. El colectivo escribió:
“PROMESA CUMPLIDA. Tu familia siempre estuvo de pie hasta encontrarte, nunca desistió, luchó y peleó por hallarte, y lo logró. Ahora empieza la lucha por exigir justicia”.
Los mensajes publicados por Desaparecidos en Tamaulipas Amor reflejan el dolor profundo de las familias, pero también su fortaleza para no rendirse, aun cuando el camino estuvo lleno de obstáculos institucionales y dolorosos silencios.
“Cuando encontramos a uno de nuestros tesoros, hay una silla que ya no está vacía: está llena de recuerdos y de amores. Termina la angustia y la pesadilla, y comienza el duelo con la tranquilidad de darles un lugar digno donde llorarles, visitarles y descansar”.
Ambas familias recibieron la solidaridad de la comunidad y de otros colectivos de búsqueda que reconocieron su lucha incansable como un ejemplo de amor, dignidad y resistencia.
Ahora, mientras se preparan para sepultar a sus hijas, el dolor se transforma en exigencia: justicia para Neyra Jarely y Carla Samira.