Ya no hagan presas para Nuevo León, no sirven las presas, ya que estas se vacían y por si esto fuera poco vamos por una cuarta presa, la Libertad, que será inaugurada en diciembre.
Si bien ya estamos cerca de una fecha que nos dará un respiro, con la apertura del acueducto El Cuchillo II, los expertos en agua saben que este nuevo acueducto sí nos va a ayudar, pero esa ayuda va a durar entre cinco y 10 años nadamás.
Por eso algunos especialistas nos hacen ver que lo que verdaderamente puede garantizar décadas de suministro de agua suficiente para una ciudad que pretende ser el “ombligo del mundo en nearshoring”, sólo puede ser una infraestructura de gran calado que nos traiga un suministro continuo y seguro.
Acuérdese de lo que hizo el entonces Distrito Federal (hoy CDMX) hace ya muchas décadas: se trajo agua del caudaloso río Lerma, porque su suministro del subsuelo ya era insuficiente, y eso le garantizó agua 50 años más; luego, allá por 1972 agregaron otra alternativa para no sobreexplotar el Lerma y construyeron el sistema Cutzamala, el cual garantiza aún hoy el suministro del líquido a la megaurbe.
Para el gran futuro que se le avizora y se le quiere dar a Nuevo León –uno que es de primerísima jerarquía para este país– los gobernantes ya deberían estar pensando en una gran obra, como un acueducto para traer agua del Pánuco, o una planta desalinizadora; sólo un proyecto de ese tamaño nos garantizaría, repetimos, un suministro continuo y seguro.