Entre dos y tres horas fue el tiempo de espera para quienes acudieron desde temprana hora al molino de Don Javier González para comprar masa destinada a la elaboración de tamales, una cena que aún se mantiene como tradición en Nochebuena.
Si bien muchos se levantaron temprano, lo cierto es que dejaron la compra para el último momento.
En el molino de Don Javier, ubicado en el cruce de las calles 2 de abril y Colima, en la colonia Independencia, se observó una larga fila de personas que se extendía desde la calle 2 de abril hasta Libertad, abarcando aproximadamente una cuadra.

Decenas de compradores aguardaban su turno para adquirir varios kilos de masa. Hasta las 10 de la mañana, la situación era la misma que la registrada desde las primeras horas del día: una afluencia constante, con numerosos clientes con bolsas, ollas y distintos recipientes para transportar el producto.
La cantidad de masa solicitada variaba, sin embargo, pese a la espera, los compradores aseguraron que valía la pena, pues consideran justo el precio en relación con la calidad del producto.
Algunos acudieron preparados con sillas o bancos para descansar mientras avanzaba la fila, ya que solo una persona atendía en la ventanilla.