Experimenta hechos misteriosos en el ex penal del Topo Chico
En el edificio de La Cruz, último vestigio del ex penal del Topo Chico, suceden cosas misteriosas.
Adentro de la torre de celdas, lo único que queda de la vieja penitenciaría, acostumbra quedarse Daniel Ramírez Mendieta, un errante que narra el misterioso episodio, casi de terror, que vivió a causa de "alguien".
"Aquí como, me quita las tortillas también de la cama, me las quita y me las junta, ahí como en el aire, me las avienta para que las cache yo, me da coraje, ¿pero qué le hago?, ¿quién las avienta? quién sabe, dicen que ahí anda uno que grita bien feo", platica.
A este hombre, que está ubicado en tiempo y forma, su crucifijo y su fe en Dios lo acompañan.
"Es lo que me dijeron a mí, que era un hombre que estaba loco yo creo, imagínese. En la noche no escucho nada, ya cuando me duermo y ya cuando me gana el sueño, es cuando me jala de los pies y vámonos para abajo, me arrastra de la cama hasta la otra orilla, se siente bien feo, pero ¿qué le hago”, comenta.
Asegura que para él es como una fuerza superior.
Esa experiencia no la olvida.
"Lo que yo escuché fue gritos, lo que me dijo una señora es que espantan ahí con gritos, y gente que los espanta a ellos, se le escucha bien, (son gritos) de una persona nomás, nomás grita", afirma.
Según él, es como un grito de dolor.
"No, no es de todos los días, pero si se queda uno aquí, ya de rato sí lo llega a escuchar", expresa.
El pasado gobierno incumplió con convertir a esa torre en el Museo de la Vida y el Terror.
El acceso a la explanada fue derribado.
Para adentrarse a las crujías, hay que brincar, como Daniel. Adentro, hay escombro y suciedad. Las ventanas fueron desmanteladas.
Durante los 76 años que operó, este reclusorio fue escenario de muchas tragedias. Y de historias de terror.
Como Daniel no tiene dónde quedarse, ahí seguirá.
-¿Y aquí va a seguir?, se le pregunta.
-Por un buen rato, sí, a ver que Dios dice, responde.
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