Por momentos, el brillo de una tablet o un celular parece inocente.
Desde la distancia, madres y padres suelen asumir que sus hijas e hijos están ocupados con tareas escolares, juegos sencillos o videos “inofensivos” pero eso es una percepción, casi siempre, equivocada.
Y es que la realidad digital a la que acceden las infancias dista mucho de lo que los adultos imaginan, incluso cuando comparten la misma habitación.
Y mientras ese margen de desconocimiento va en aumento, también lo hacen los riesgos.
El grooming encabeza la lista de peligros. Esta práctica suele apoyarse en el catfishing, es decir, el uso de identidades falsas para ganar la confianza de los menores.
Son adultos que se hacen pasar por menores para acercarse, engañar y manipular con fines sexuales.
El acoso sexual y la hipersensualización también se relaciona con el grooming, pero detrás de cada click acechan otros riesgos: ciberbullying, retos virales que pueden costar la vida, contenido violento o explícito, el robo de datos personales —ya sea porque los menores los muestran en línea, comparten información o son víctimas de hackeos- así como la creciente dependencia a los dispositivos móviles.
En promedio 7 horas con 48 minutos es lo que pasa un adolescente frente a una pantalla móvil.
Datos revelan que más del 70% de las niñas, niños y adolescentes tienen un smartphone propio. Lo más preocupante es que el 55% conversa con desconocidos al jugar videojuegos. Mientras que solo 3 de cada 10 aplican un tipo de control parental.
Expertos advierten que plataformas como Roblox y Discord se encuentran entre las más riesgosas por la facilidad con la que extraños pueden contactar a los menores.
Conversaciones que inician como un juego pueden convertirse en entradas a entornos peligrosos.
A esto se suma una realidad ignorada: madres, padres y personas cuidadoras tampoco cuentan con las herramientas necesarias para acompañar a sus hijos en lo digital.
Aunque exista control parental, especialistas advierten que debe acompañarse de diálogo y otras medidas pues un estudio sobre apps de control parental en Android mostró que muchas son altamente invasivas: acceden a conversaciones privadas, historial de navegación, ubicación y otros datos sensibles.