El sistema penitenciario de Nuevo León vive una reconfiguración profunda impulsada por la actual administración estatal, luego de años marcados por violencia y descontrol.
La comparación entre los gobiernos de Jaime Rodríguez “El Bronco” y Samuel García Sepúlveda muestra un contraste claro en gobernabilidad, inversión y enfoque penitenciario.
Durante el sexenio de “El Bronco”, los penales del estado fueron escenario de algunos de los episodios más violentos en la historia reciente.
Destacó el motín de Topo Chico en 2016, que dejó 49 muertos, así como disturbios en Cadereyta y Apodaca.
En total, más de 65 muertes en riñas y motines durante su administración, evidenciando problemas de hacinamiento, autogobierno y falta de control institucional, que heredaron a la siguiente administración.
“Primeramente lo que identificamos es que había un tema de autogobierno, que es un tema que desafortunadamente no te permite avanzar, entonces nuestra primera reacción fue eliminarlo”, comentó César Ramírez, actual comisario general de la agencia de administración penitenciaria.

Inversión para modernizar Ceresos
La estrategia del gobernador Samuel García fue diferente y destinó más de $1,500 millones de pesos a la modernización de los Ceresos, con mejoras en seguridad, infraestructura, vigilancia y programas de reinserción para las 11 mil 424 personas privados de la libertad, que hoy los deja como segundo lugar a nivel nacional, tras la evaluación de la conferencia nacional del sistema penitenciario.
“Teníamos sobre población, teníamos hacinamiento, actualmente eso no es un problema. Pero no solo estamos hablando de espacio, estamos hablando de espacios dignos para que las personas privadas de libertad puedan vivir y puedan desarrollarse en actividades de reinserción social”, puntualizó el comisario.
Aun así, la administración actual no ha estado exenta de incidentes, en enero de 2022, una riña en un Cereso dejó decenas de internos lesionados.
“Sí hubo resistencia porque la población estaba acostumbrada a ellos tomar decisiones. Y ya una vez que teníamos ese tema controlado, ya pudimos plantear un esquema de trabajo”, agregó Ramírez.
Gracias a las estrategias de seguridad, no se volvieron a registrar motines de la magnitud de los ocurridos en el periodo anterior.
No obstante, la estabilidad definitiva depende evitar retrocesos en el control de los centros penitenciarios.
“Parte de lo que debemos seguir trabajando aquí en los centros penitenciarios es en la persona, entonces no debemos perder ese foco de que estamos trabajando con seres humanos”, señaló Cesar Ramírez.