Agustín Rodríguez Medina, de 20 años, convive y habla diariamente con las personas que pasaron a mejor vida.
Y es que desde hace tres años desempeña el arte de embalsamar cuerpos. El oficio de la muerte que le enseño su mamá Blanca Medina.
Ambos trabajan juntos como embalsamadores. El Día de los Muertos es para ellos una fecha muy especial.
“Mi mamá y yo tomamos algo con mucho amor. Es algo que nos llena de alegría el trabajar y estar con ellos y cuando se viene la temporada del Día de Muertos es mucho más las energías que se sienten”, expresó el joven.

Agustín y su mamá alistan esta tradición ancestral instalando un altar de muertos en un área alterna de su laboratorio.
Agustín al poner en práctica su arte mortuario genera su ritual de hablar con los difuntos.
Con las manos devuelve la ilusión de vida a las células de los cuerpos que prepara, aunque en ocasiones enfrenta situaciones que provocan miedo.