Hace 40 años, doña Lucina Bautista Pérez se cayó y le amputaron una pierna.
"Se me fue infectando la pierna por el golpe que me di", dice.
Desde entonces, su vida cambió.
"Me movilizo con la muleta, ando para allá y para acá, pidiéndole una ayudita a la gente", comenta.
Ya separada del marido, logró sacar a sus dos hijos adelante.
"Yo sola, yo sola, pidiendo limosna, como ahorita, y le daba de comer a ellos", aclara.
Ahora, a sus 70 años de edad, vive en pobreza, y hace unos meses le diagnosticaron diabetes.
"Tengo poco con la diabetes, tengo como medio año", lamenta.
La pensión del adulto mayor no le alcanza para comprar alimentos, para pagar 1,500 pesos mensuales de la casa que renta y para comprar medicinas, ya que carece de servicio médico.
Por eso, a diario se traslada desde la colonia Arboledas de Las Mitras, en Santa Catarina, hasta la Plaza Morelos en Monterrey, donde obtiene unos cuantos pesos.
"Me voy con 140, 150 (pesos) y así", dice, agradecida.
Para este Día de las Madres, sólo desea algo que necesita.
"Lo que quiero es una silla de ruedas para andar aquí, porque ando ya muy lastimada de mis brazos", ruega.
Ya pidió la silla a las autoridades, pero sin éxito.
"He ido, pero me dicen que no tienen", comenta, entristecida.
Su sueño es tener una casa propia.
"Ya no quiero batallar, lo que quiero es un lugar fijo para ya estar el resto de mi vida", comenta.
La vida pasa, y doña Lucina sigue firme.
Y otra vez, suplica por su regalo a para este 10 de Mayo.
"Mi regalo sería la silla de ruedas", repite, pidiéndole a la comunidad que tenga consideración de ella.