La opción de reubicar una refinería, tal y como se propone para las instalaciones de Pemex en Cadereyta “no es tan fácil como lo pintan”, y además pondría en riesgo la actividad económica y desarrollo de Nuevo León.
Expertos y empresarios advirtieron que se trata de un proceso complicado que llevaría cerca de una década para llevarse a cabo: al menos cuatro años para construirse y hasta cinco años más para ponerla a funcionar.
A través de la conferencia “La Refinería de Cadereyta y Soberanía Energética”; historias y mitos sobre la contaminación, verdaderas causas y soluciones”, moderada por Sara García, directora de Empresarios por la Cuarta Transformación Nacional (E4T), especialistas y empresarios enumeraron las principales implicaciones que tendría una reubicación, la cual consideraron la opción menos viable para disminuir los altos índices de contaminación que registra la entidad.
“Son estructuras muy complicadas, no es que la puedas cerrar temporalmente, son estructuras que tienen que funcionar 24 horas al día, 365 días al año. Sino tienes refinería no tienes gasolina, sino tienes refinería no tienes diésel”, afirmó Ángel Balderas Puga, experto en estudios energéticos.
Para empezar durante todo este trance toda actividad que dependa de los combustibles, directa e indirectamente se verá trastocada y estos se tendrán que estar importando desde Texas, generando costos adicionales.
“Cerremos Cadereyta, de dónde van a traer la gasolina, ¿otra vez de Texas?, se tiene que pagar en dólares y son $5,000 millones de dólares por cerrar Cadereyta para volver a importar gasolina, o bien, $100,000 millones de pesos cada año. El mundo se mueve con aproximadamente una tercera parte de petróleo, los hidrocarburos siguen siendo el motor del movimiento.
Con la Refinería de Cadereyta estamos hablando de petróleo y estamos hablando de que más del 90% del transporte se basa en petróleo, entonces imaginemos que no hay petróleo, entonces se paraliza el 90% del transporte”, alertó el especialista Al respecto, Gustavo Morton, consejero y presidente de E4T en Nuevo León opinó: “¿cuántos automóviles se venden diarios, nuevos en la ciudad y son 250, más los que vienen usados de otros estados. Mucha gente prefiere ahorrar y comprar un carro que utilizar el pésimo transporte público que tenemos”.
Y no se trata solo de eso, añadió Balderas, pues electrodomésticos o aparatos en casa, los aviones y hasta el asfalto para construir obras dependen del proceso de refinación de dicho combustible.
Simplemente las operaciones de gran parte de las empresas se verían afectadas, y no solo de Nuevo León,
sino de entidades vecinas como Coahuila o Chihuahua que reciben productos refinados que se hacen en estas instalaciones.
“Prepárense no habrá combustible no solamente para los automóviles, tampoco para los camiones urbanos, para los aviones, para los barcos, para los trenes, incluso para las motocicletas que nos llevan comida o que nos llevan medicinas. ¿Qué va a pasar con la refinería cerrada? truena la industria de Monterrey en una semana sin gasolina y sin diésel”, aseveró.
Otro de los problemas directos que se enfrentarían sería el desempleo, pues el cierre de la refinería en Cadereyta propiciaría que hasta 15,000 personas se queden sin trabajo, alertó Javier Garza Calderón, fundador y presidente nacional de E4T.