A los 95 años, la señora María de la Luz Flores decidió emprender. Lo hizo con lo que siempre la ha acompañado: una aguja para tejer. Aprendió este arte en la década de los años 30, cuando era niña, pero fue apenas hace un año cuando se animó a dar vida a El Tejido de Lulú.
Sobre este nuevo proyecto, ella comenta con honestidad y humor: “Hace apenas un año, un año porque Mariluz me dio de alta en… ¿en dónde? En Instagram. No, mira, yo de tecnología actualmente no sé nada, mis hijos son los que saben. Claro, me eduqué en otros tiempos, digo a esta edad pues tampoco voy a empezar… digo podría porque, gracias a Dios, estoy cuerda, pero tampoco me llama mucho la atención eso. A mí me llama más la atención hacer algo con mis manos”.
La tecnología como herramienta
En compañía de sus dos hijas y una de sus nietas, explica cómo la tecnología se ha convertido en una herramienta para su proyecto, aunque no es su principal interés.

Fueron sus nietas quienes impulsaron la idea y quienes se encargan de compartir sus creaciones en redes sociales, así como de levantar los pedidos. Por su parte, una de sus hijas se asegura de que Lulú tenga todo lo necesario para tejer.
“Ya no me permiten, a esta edad, manejar tampoco, entonces Mariluz me ha traído las hilazas, Marilucita levanta los pedidos y yo tejo. Para no tener malos pensamientos, dice, hay que estar ocupada”, relata.

Explica sus creaciones
A lo largo de su vida, la señora Lulú ha creado innumerables piezas y domina varias técnicas de tejido, pero actualmente se ha especializado en agarraderas, diseñadas para proteger las manos al manipular objetos calientes.
“Porque sacas una cosa del horno y no la coges nada más con una mano, te cuidas de no quemarte y entonces la sacas con las dos manos, entonces por eso son dos agarraderas”, explica sobre la la utilidad de estas piezas.

Para ella, el tiempo libre nunca se desperdicia. Lulú estudió comercio y luego odontología, ejerció por algunos años, pero su vida tomó otro rumbo: dedicarse a su hogar y a su familia.
A pesar del paso del tiempo, su fe, lucidez y ganas de seguir creando permanecen intactas. Sus hijas y nietas reconocen y agradecen ese espíritu incansable.