La obesidad en México: una amenaza para la salud pública

La obesidad se ha convertido en un grave problema de salud pública, ya que es un factor primordial en el desarrollo de enfermedades crónicas y degenerativas
La obesidad se ha convertido en un grave problema de salud pública, ya que es un factor primordial en el desarrollo de enfermedades crónicas y degenerativas. Adoptar hábitos saludables es esencial para mejorar la calidad de vida y prevenir complicaciones graves.
La obesidad es una enfermedad crónica que se caracteriza por tener un exceso de grasa en el cuerpo. Es un factor de riesgo para muchas enfermedades crónicas.
En México, el 36.9% de los adultos padece obesidad, mientras que el 75.2% presenta algún grado de sobrepeso u obesidad, según datos de la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición (ENSANUT).
El índice de masa corporal (IMC) es un número que se calcula con base en el peso y la estatura de la persona. Para la mayoría de las personas, el IMC es un indicador confiable de la gordura y se usa para identificar las categorías de peso que pueden llevar a problemas de salud.
Esta condición no solo afecta la calidad de vida, sino que también aumenta significativamente el riesgo de enfermedades como:
Diabetes mellitus tipo 2: México ocupa el sexto lugar mundial en prevalencia de esta enfermedad, con millones de personas afectadas.
Hipertensión arterial: La obesidad eleva la presión arterial, incrementando el riesgo de infartos y enfermedades cardiovasculares.
Dislipidemia: Se caracteriza por niveles elevados de colesterol y triglicéridos en la sangre, lo que puede derivar en arteriosclerosis.
Síndrome metabólico: Una combinación de factores de riesgo que incluye obesidad abdominal, resistencia a la insulina, hipertensión y alteraciones en los lípidos sanguíneos.
Enfermedades hepáticas: La obesidad puede provocar enfermedad del hígado graso no alcohólico, lo que a largo plazo puede derivar en cirrosis.
¿Cómo prevenir la obesidad?
A pesar de la preocupante situación, la obesidad es prevenible mediante cambios en la alimentación y la actividad física. Algunas recomendaciones clave incluyen:
Alimentación saludable
Aumentar el consumo de verduras y frutas: Se recomienda incluirlas en los tres tiempos de comida y en colaciones saludables (porciones de una taza).
Reducir grasas saturadas y ultraprocesados: Evitar productos como manteca, chorizo, tocino, crema, quesos procesados y carnes con alto contenido de grasa. Estos afectan el corazón y elevan la presión arterial.
Evitar ayunos prolongados: Pasar muchas horas sin comer puede provocar ansiedad y un consumo excesivo de calorías en la siguiente comida.
Beber suficiente agua: Se recomienda ingerir de 1.5 a 2 litros diarios. Es importante evitar refrescos, incluso los etiquetados como "light", ya que pueden contribuir a la resistencia a la insulina y aumentar el riesgo de diabetes.
Disminuir el consumo de azúcares refinados: Evitar bebidas azucaradas y postres con alto contenido de glucosa para prevenir picos de insulina y acumulación de grasa.
Actividad física
Realizar al menos 30 minutos de ejercicio cinco veces por semana.
Combinar ejercicios aeróbicos (caminar, correr, nadar) con ejercicios de fuerza para mejorar el metabolismo.
Incorporar actividad física en la vida diaria, como subir escaleras en lugar de usar el elevador o caminar en lugar de usar el auto para distancias cortas.
Buscar actividades agradables que permitan mantener una rutina constante, como bailar, practicar yoga o deportes recreativos.
El Seguro Social cuenta con orientación nutricional integral y personalizada en sus Unidades de Medicina Familiar (UMF), así como diversas alternativas para activación física en sus Centros de Seguridad Social (CSS).
La prevención de la obesidad es un proceso que requiere fuerza de voluntad para adoptar cambios sostenibles, esfuerzo que vale la pena por sus grandes beneficios para la salud, la prevención es la clave para un futuro saludable.
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