Sombrío panorama de vida para las mujeres por violencia en Guatemala
Ex guerrillera de 48 años, Norma Cruz empezó su lucha hace una década y hoy deplora, en una entrevista con la AFP, la forma acelerada en que se han disparado los crímenes contra mujeres en Guatemala, que el año pasado llegaron a 720.Aún sin haber nacido, ya muchas niñas pasan a engrosar estas "macabras estadísticas", asegura."Hemos visto casos en que matan a la mujer y le disparan al niño o niña que está en el vientre de la madre. En el 2008 y el 2009 hubo un promedio de 18 casos de este tipo", dice en voz baja. Y "uno no puede ser ajeno a ésto", agrega.Cruz es presidenta de la Fundación Sobrevivientes y en 2005 fue nominada al Premio Nobel de la Paz por su tesonero esfuerzo. Además, ha recibido reconocimientos en España, Estados Unidos e Irak por su labor."En Guatemala no existe edad para ser víctima de violación o asesinato", asegura y cuenta el caso de una niña de seis años que murió tras ser violada por seis hombres.Esta semana en Madrid fueron presentados dos informes, del Sistema de Integración Centroamericana (SICA) y de la Agencia Española de Cooperación (AECID), en los que se advierte que el femicidio y la trata de mujeres "están alcanzando categoría de epidemia" en Centroamérica, especialmente en Guatemala.Para Cruz es particularmente "aterrador" que los victimarios cada vez son más jóvenes y los crímenes los cometen con más saña, principalmente por la expansión que están tomando las violentas pandillas juveniles, también llamadas maras.La activista arremete además contra los operadores de justicia, a los que responsabiliza de que el 98% de los casos queden impunes.Indignada, cuenta que un juez resolvió que no existía saña en la muerte de una mujer, toda vez que los 23 disparos que le acertaron fue para que "muriera de forma instantánea y no sufriera".Los casos que conoce la Fundación Sobrevivientes han ido en aumento desde su creación en 2005. Ese año "recibimos cinco denuncias y ahora estamos recibiendo entre 750 y 900", afirma con orgullo."Pero la carga es muy grande, vienen y me dicen primero confiamos en Dios y después en usted, es algo que tengo que sobrellevar", insiste Cruz, una mujer de apenas 1.52 metros de estatura.Sin embargo, aclara que la Fundación no es para "vivir del drama de la muerte, sino para luchar contra la impunidad, porque somos mujeres de coraje que hemos retado al sistema y hemos hecho que el sistema funcione"."Soy una mujer que no soporta la injusticia. Soy intolerante ante la injusticia", afirma al indicar porqué a los 12 años se incorporó a la guerrilla y fue militante durante 25 años, hasta 1996, cuando se firmó la paz que puso fin a 36 años de guerra fratricida.Y aunque reconoce que podría ser una utopía, está convencida de que educar a las mujeres y enseñarles a romper el silencio puede ser la cura de este fenómeno, producto del sistema patriarcal y secuela del conflicto armado, que es agravado por la indiferencia estatal.
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