Se inunda el desierto del Sahara tras 50 años de sequía

Foto: @alertarojanot

Las intensas lluvias registradas en el Sahara durante septiembre de 2024 han causado inundaciones no vistas en al menos cinco décadas.

  • Por: Emmanuel Escamilla
  • 16 Octubre 2024, 23:30

El desierto del Sahara, conocido por su clima árido y escasas lluvias, fue escenario de inundaciones sin precedentes durante septiembre de 2024, tras intensas precipitaciones que no se veían en al menos cinco décadas.

Las lluvias torrenciales cayeron sobre el sureste de Marruecos, particularmente en la ciudad de Errachidia, donde se registraron hasta 7.6 centímetros de agua en solo dos días.

Este volumen de lluvia equivale a cuatro veces el promedio mensual de septiembre y lo que suele precipitarse en medio año en la región.

Este evento extraordinario fue causado por un sistema de baja presión que avanzó hacia el noroeste del Sahara, arrastrando intensas precipitaciones en zonas que normalmente reciben solo unos pocos centímetros de lluvia al año.

Imágenes satelitales de la NASA mostraron lagos recién formados en áreas previamente secas, utilizando colores falsos para destacar la magnitud de la inundación.

Las imágenes revelaron que en ciertas franjas del noroeste del Sahara cayeron casi 20 centímetros de lluvia, un volumen que dejó zonas habitualmente áridas bajo el agua.

En Errachidia, el volumen de precipitación fue considerable, superando todas las expectativas meteorológicas, lo que hizo que este evento fuera un hecho inusual para los habitantes de la zona.

Houssine Youabeb, representante de la agencia meteorológica de Marruecos, confirmó que hacía entre 30 y 50 años que no se había visto tanta lluvia en tan poco tiempo.

Cabe destacar que el fenómeno meteorológico que empujó las lluvias sobre el Sahara se debió a una combinación de factores climáticos, como explicó Wassila Thiaw, subdirectora del Centro de Predicciones Climáticas de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA) de Estados Unidos.

La intensa acumulación de calor en el desierto provocó un desplazamiento del cinturón monzónico más al norte de lo habitual, lo que llevó a lluvias torrenciales en estas zonas áridas del Sahara.

A pesar de las lluvias extremas en el Sahara, otras partes de África experimentaron un comportamiento meteorológico contrario.

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