Dodgers honran a Valenzuela previo al juego contra Yankees
La leyenda del béisbol mexicano dejó una huella imborrable en la historia del deporte, y su legado fue recordado en el Dodger Stadium
En una emotiva ceremonia previa al Juego 1 de la Serie Mundial entre los Yankees y los Dodgers, el equipo de Los Ángeles honró este viernes la memoria de Fernando Valenzuela, quien falleció esta semana a la edad de 63 años.
La leyenda del béisbol mexicano dejó una huella imborrable en la historia del deporte, y su legado fue recordado en el Dodger Stadium con un sentido momento de silencio que resonó entre los aficionados y jugadores.
Los Dodgers, en un gesto simbólico, enviaron al montículo a dos excompañeros de Valenzuela, Orel Hershiser y Steve Yeager.
En lugar de lanzar la primera bola, colocaron la pelota al lado del número 34, que el equipo retiró en honor a Valenzuela. Esta acción fue un tributo conmovedor, reflejando el profundo respeto que la organización y los fans sienten por su contribución al equipo.
Nunca te olvidaremos, Fernando. pic.twitter.com/aiR8inGIAk
— Los Dodgers (@LosDodgers) October 26, 2024
La familia de Valenzuela estuvo presente en el estadio, observando desde el cuadro interior, incluyendo a su viuda y sus hijos, quienes se sintieron profundamente conmovidos por el reconocimiento a su ser querido.
Valenzuela fue fundamental en la victoria de los Dodgers en la Serie Mundial de 1981, donde lanzó un memorable partido completo, lo que marcó el inicio de la “Fernandomanía”. Ese año, se llevó a casa el premio Cy Young y el Novato del Año de la Liga Nacional, consolidando su estatus como una de las figuras más emblemáticas en la historia del béisbol.
Orel Hershiser, compañero de Valenzuela entre 1983 y 1990, también dejó su huella en la franquicia al ser el Jugador Más Valioso de la Serie Mundial de 1988, cuando los Dodgers vencieron a los Atléticos.
Ambos lanzadores son recordados no solo por sus logros individuales, sino también por la camaradería y el impacto que tuvieron en el equipo. Este homenaje es un recordatorio del legado perdurable de Valenzuela en el béisbol y en el corazón de los aficionados.
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